Babel

por Rubén Lago
 

Génesis 11:1-8

1Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. 2Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. 3Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. 4Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra. 5Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. 6Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. 7Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. 8Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. 9Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra.


Estuve meditando en este pasaje y me parece que nosotros somos muy parecidos a nuestros antepasados…
Me llama la atención que el mandato e Dios había sido “..llenad la tierra..” pero a ellos les pareció mejor quedarse en la llanura de Sinar. Vemos también esto en la Iglesia primitiva, Dios les había indicado ir primero a Jerusalén, después a Samaria y hasta lo último de la tierra, pero, aparentemente la cosa allí en Jerusalén estaba tan interesante que… y Dios también tuvo que intervenir y “los esparció".

Ahora si, entrando en el tema:

“Vamos, edifiquémonos una ciudad” Alguien dijo que el campo es una creación de Dios y las ciudades un invento de los hombres…
Muy especialmente en la antigüedad, las ciudades representaban “la seguridad” al punto que se rodeaban de murallas, como ya conocemos. Ellos estaban pretendiendo crearse una seguridad que estuviese bajo su entero control… ¿nos suena conocido?

¡Cuántas veces decidimos “edificar” nuestra propia seguridad, tener bajo control todas las variables, llevar adelante nuestros propios proyectos sin interferencias! Hoy quizás la mejor expresión sería “nuestro barrio privado”, donde podamos generar un microclima que nos de seguridad y donde no veamos “lo que no queremos ver".

"y una torre, cuya cúspide llegue al cielo" Algo que nos destaque, que nos diferencie, que nos identifique. Hace años atrás con el furor de los rascacielos, cada ciudad importante en el planeta  quería tener el “rascacielos” más alto, para que los diferencie; aun hoy los arquitectos buscan crear el edificio más importante, más alto, “cuya cúspide llegue al cielo”.

Para que quede claro quiénes somos… Los más grandes, los más importantes, los más famosos.. Para que se pueda ver desde muy lejos…
Cuántas veces procuramos para nosotros mismos hacer cosas que nos destaquen, que nos diferencien, que sean evidentes a todos, que se puedan ver desde muy lejos y si fuera posible. Aún cuando un hermano viene con sencillez a compartirnos algo, no podemos esperar hasta que termine de hablar, para volcar nuestra experiencia, que seguramente entendemos “con toda humildad” que es más importante que la de él.

“Y hagámonos un nombre” En una ocasión me encontré siendo tratado injustamente, conciente de la situación y de mi entorno, y sabiendo que mi posición real era mucho más fuerte que la de quien me agredía, le dije: "¿Ud. sabe con quién está hablando?" En ese mismo momento sentí la pregunta del Señor… "¿con quién?" ¿No es cierto que la mayoría de las veces tendemos a tener “un mayor concepto de nosotros mismos del que debemos tener…”? Que quede claro “quien soy”, que “no se te olvide”.

¡Qué tristemente importante es para nosotros nuestro prestigio! Muchas veces proteger nuestra imagen nos impide deliberadamente hacer la voluntad de Dios. “Asociándoos con los humildes…” Jesús no solo arriesgó su prestigio por nosotros, sino que “se despojó a si mismo tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres" Cada vez que percibamos que nuestro “prestigio” se viene abajo… tengamos presente lo que Él hizo.

No pude evitar mientras meditada en estas cosas, pensar en algunos “ministerios cristianos”. “Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo” “Y hagámonos un nombre” Pero todo…“para la gloria de Dios”. Con cuánta facilidad podemos caer en la trampa!

¿Cómo está nuestra vida? ¿Qué nos estaremos edificando? ¿Nuestra propia seguridad?

¿Qué estamos levantando para diferenciarnos, nos preocupa mucho sobresalir? ¿Estaremos queriendo ser vistos? En lugar de que: “no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha…”

¿No tendremos una conciencia demasiado fuerte sobre “nuestro nombre”? En nuestro tiempo, se dan seminarios, cursos y capacitaciones para fortalecer nuestra imagen, para ser exitosos, para que “nadie se olvide, de con quien está hablando…”

25Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. 26Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; 28como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. (Mateo 20)

“por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra” ¿No es este un desafío, un mandato de Dios? Muchas veces podemos armar toda una estrategia, aún sin darnos cuenta, para evitar, esquivar, huir, de la voluntad de Dios.

Seamos sensibles, aprendamos de las lecciones pasadas

22Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. 23Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. (1 Samuel 15).