¡Caza las zorras pequeñas!

 

por José Antonio Lopez

Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas,
Porque nuestras viñas están en cierne
. Cantares 2:15.

La pérdida de un hijo de cuatro años despertaba el llanto de una madre desconsolada. El niño había muerto de meningitis tuberculosa.
Pasadas dos semanas del fallecimiento y sepultura del niño, el médico de cabecera visitó a la familia, y juntos en el comedor diario dialogaron sobre
el asunto.
-Todavía no entiendo, Dr. -dijo la madre-, tan pequeño, tan lleno de vida, y murió ¿porqué? ¿El destino, el diablo, la escuela de la vida? ¿Por qué, Dr.,
por qué murió Gustavito?

Con ojos compasivos llegó la respuesta del médico.

- No, nada de eso, todo sucedió por un ser vivo.
-¿Cómo un ser vivo? Respondió la madre, ¿quién es ese ser que mató a mi hijito? ¿Dónde está?¿Cómo es? ¿Cómo se llama?

El Pediatra sin vacilar respondió pregunta por pregunta.
-¿Cómo se llama? Meningococo.
-¿Cómo es? Es un virus microscópico que mide menos de 0,2 micras.
-¿Tan pequeño, Dr.?

-Así es, respondió el profesional, este virus solo puede verse en un microscopio electrónico, es demasiado pequeño, pero si lo hubiéramos atacado de entrada, Gustavito no habría muerto.

Generalmente a las cosas pequeñas no le damos importancia, pero como en este caso pueden causar la muerte.
La cosas pequeñas deben enfrentarse ni bien se manifiestan, y así son los pecados que denominamos pequeños o de segunda categoría. Estos pecados no son inofensivos como nosotros pensamos, ellos encierran el poder destructivo y mortal que puede acabar con nosotros y la iglesia del Señor Jesucristo.

En 1 Cor 5:6 dice:
“no es buena vuestra jactancia ¿no sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?” Veinticinco gramos de levadura leudan hasta 1 kg de masa. Solamente veinticinco gramos… Una pequeña porción de levadura… Asimismo un pequeño pecado puede leudar toda una congregación: un pequeño chisme, una pequeña murmuración, un pequeño celo es suficiente para leudar nuestra vida.

Dios nos anima a cazar estos pecados pequeños para que la viña (nuestra vida) no se eche a perder. Animémonos a confesar y apartarnos de todo pecado por pequeño que parezca, de manera tal que nuestra viña siga creciendo y la iglesia del Señor fructificando. Amén.


 
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