LA ECONOMÍA DEL REINO
Por Juan M. Baccarini
Hace muchos años que siento en mi corazón una carga muy particular, que me fue
difícil describir y más aún, llamarla de algún modo. Esa carga con el correr
del tiempo ha tomado nombre y definido en lo que podría llamarse su forma y
contenido. Al mismo tiempo se fue mostrando que era Dios el que ponía esa misma
carga en muchos de sus hijos en diferentes lugares del mundo, tales como España,
Perú, Pergamino, Chile, Venado Tuerto, Canadá, etc.
A simple vista resulta ilógico que gente de tan distantes y diferentes lugares tuvieran algo en común, una carga que podemos llamar, sin lugar a dudas, la Economía del Reino. Pero lo ilógico para la mente humana no lo es para Dios, quien tiene un evidente propósito para todo esto.
Como nunca antes me he dedicado a escribir, trataré de ser simple y poder expresar lo que significa esta monumental tarea que tenemos por delante.
Se podría sintetizar en pocas palabras el contenido de este tema. Es decir que la idea básica del asunto consiste en que los hijos de Dios manejemos la mayor cantidad posible de negocios, de industrias, de servicios, para que todo el producto de esas actividades y cualquier otra relacionada con la economía del mundo, pasen a formar parte de una economía distinta; donde los objetivos son diametralmente opuestos, ya que en esta economía se habla de compartir, de servir, de igualdad, de integridad, de sacrificio en bien de otros y de todo aquello que podemos encontrar en las Escrituras como parte del mandamiento y el consejo de Dios.
Al revés del mundo, nuestro propósito al manejar el dinero que llegue es para santificarlo, para darle un uso especifico de ayuda, de compromiso con los que menos tienen, de lealtad en quienes comercian o brindan un servicio, de ser utilizado para sostén de los misioneros y siervos que dedican su vida en pro de la evangelización de las naciones, en fin, para poder mostrar lo que se puede hacer en este aspecto cuando se respetan las reglas y leyes establecidas en el Reino de Dios.
Para cumplir esto, deberemos luchar para lograr que cada uno de los integrantes de este reinado sepa interpretar lo que significa "..... prefiriéndoos entre vosotros", es decir que cuando pensemos en comprar, o contratar un servicio, o realizar cualquier actividad comercial, pensemos primero en nuestros hermanos, en bendecirlos comprándole a ellos.
También todo esto significa buscar la calidad de lo que se ofrece, la integridad en lo que se pacta, la honestidad en cada palabra que se dice, tanto para comprar como para vender.
Todo el dinero que cada uno gasta dentro de comercios, industrias, servicios, etc., que pertenecen a hijos de Dios, circula dentro del Reino. De allí salen los diezmos, las ofrendas, el sostén para los siervos, las obras de caridad, las ayudas para viudas y huérfanos, para hermanos sin trabajo, para los que están enfermos y no tienen respaldo, etc. La lista sería larguísima, pero posible, si todo esto lo hacemos con temor, con santidad y con el único propósito de que sea bendecido y aprobado por Dios.
A diario vemos lo perverso y diabólico que es el estilo del mundo para manejar su economía. Puede parecer imposible hacerles competencia. A ellos le podemos decir lo mismo que David le dijo al filisteo: " Tu vienes contra mí con espada, lanza y jabalina; pero yo voy contra ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tu has provocado," 1 Samuel 17: 45.
Aunque nos lleve mucho tiempo, si vamos con este espíritu, lo lograremos.
Usado con permiso del autor