Actitud ejemplar del apóstol Pablo frente a la Misión III

por Osvaldo Cepeda

 

"Cuando vio la visión, enseguida procuramos partir a Macedonia, dando por
Cierto que Dios nos llamaba para que les anunciáramos el evangelio."
Hechos. 16:1.

En nuestros comentarios anteriores venimos destacando la "actitud ejemplar" de Pablo, ya que existe una plena coherencia entre lo que enseña y lo que hace en cada situación. 

Siguiendo con la misión a Macedonia, nos queda muy claro que Pablo trabajaba en equipo. Lucas destaca: "...dando por cierto que Dios nos llamaba..." Compartieron unidos la visión, se pusieron de acuerdo y fueron a la misión. Trabajando en equipo no solo se garantiza compañía, sino también se disfruta la pluralidad de dones y ministerios que enriquecen la labor a realizar. Debemos experimentar mancomunados una visión cósmica, una entrega total, una pasión por la extensión del reino, una convicción acerca de la iglesia como cuerpo, y un funcionamiento en equipo con los demás miembros.

Pablo podía decirle a Timoteo: "Lo que has oído de mi ante muchos testigos...". Se puede asegurar que Pablo siempre estaba rodeado de un gran equipo de colaboradores con distintos ministerios, desde profetas hasta ancianos. Ellos le informaban de lo que pasaba en las principales iglesias y también en las iglesias por las casas.

Estos colaboradores nucleaban la gente, les transmitían la doctrina, corregían lo deficiente, y guardaban la unidad de la iglesia coordinando dones y ministerios. Reconocían nuevos ancianos y diáconos, ayudaban en la edificación de los santos, y de esta manera colaboraban con el apóstol.

Podemos recordar algunos ejemplos: Crescente fue compañero de Pablo en Roma y luego fue a Galacia (II Tim. 4.10); Epafras trabajó como evangelista en Colosas, Laodicea y Hierápolis (Col. 1:7, 4: 12-13); Timoteo y Tito fueron colaboradores de Pablo en distintas iglesias y regiones, de tal efecto que seria muy largo enumerar sus variadas actuaciones en colaboración con el apóstol. Lucas fue el compañero inseparable hasta los últimos días de Pablo (II Tim. 4: 11) y así podríamos seguir compaginando una nutrida lista.

Siempre agradeceré al Señor por haberme relacionado con un apóstol como Keith Bentson. Sin predicarme demasiado sobre este tema me enseñó que la obra se hace en equipo. Siempre lo veía descubriendo algún "Timoteo", siempre relacionando los ministerios; esto me hizo ver que nada empezó conmigo y nada terminará conmigo. De alguna manera somos la continuación de algo que no terminaremos. Nuestra mayor garantía que  nuestra misión continuará debe estar en el hecho que estemos trabajando en equipo. 

El Señor nos hizo limitados de tal manera que necesitemos de otros. Nunca tendremos tanta sabiduría como para hacer la obra solos; todo lo contrario. La sabiduría nos llevará a rodearnos de hombres y mujeres mayores e inferiores a nosotros, ¡todos como hermanos colaborando con el deseo de nuestro Padre! Así, y solo así, podremos ser parte de la gran red que el Señor tiene para que el evangelio llegue hasta lo ultimo de la tierra.

Al recordar cada año de nuestro presbiterio, hemos experimentado la alegría de ser parte los unos de los otros. Esto nos ha guardado y nos ha animado en los días difíciles. Personalmente, creo sin dudar que no podremos avanzar sin este gran equipo.

Hasta pronto,
Osvaldo. 
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