Actitud ejemplar del apóstol Pablo frente a la Misión
Relato de Osvaldo Cepeda
"Cuando
vio la visión, enseguida procuramos partir a Macedonia, dando por
Cierto que Dios nos llamaba para que les anunciáramos el evangelio."
Hechos. 16:1.
Conocí al Señor en una pequeña congregación, fruto de una Misión. Recuerdo que en mi adolescencia le pregunté a mi pastor, Edgar Jones, cómo se produjo su decisión de venir a nuestro país. Él me contestó que en Gales, su país de origen, él trabajaba en las minas de carbón. Un día, a bastante profundidad, en medio de mucho ruido y un ambiente hostil, el Señor le habló. No me contó detalles, solo que había entendido que tenia que misionar en América.
-En aquellos días en Gran Bretaña -relataba Jones- había un movimiento misionero muy notable. A pocas semana de sentir este llamado nos visitó un apóstol que compartió su carga por América y que él estaba buscando compañeros para esta misión. Otra vez sentí fuerte el llamado y entendí que debía integrar esa misión, ¡y aquí estoy en Argentina! ¿Tan sencillo?, me pregunté por largo tiempo.
La historia de las misiones registra un sin fin de relatos semejantes a éste. La misión a Macedonia en días del apóstol Pablo no es distinta a las misiones de nuestros días; el amor del Señor no ha variado. Él está obrando frente a tu casa, en el barrio donde vives, en tu provincia, en tu país y en el mundo entero. Solo hace falta que escuches su voz, que tengas una visión y que la creas. "Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega".
Sin lugar a dudas "alzar la mirada" es ver más allá de lo que hasta ahora hemos visto. Es tratar de ver qué esta haciendo el Señor más allá de nuestros limites. Cuando alzamos la mirada siempre vemos más de lo que hasta ahora hemos visto, y ahí se produce la visión; luego se pone en marcha la misión.
¡Cuánto bien nos ha hecho familiarizarnos con estos tres pasos, sencillos pero fundamentales, para la realización de la misión! Nunca olvidaré cuando en noviembre del año 1973 el Señor me dio una visión de lo que él haría en la Provincia de La Pampa. Debo confesar que nunca me había pasado algo igual. Desde Buenos Aires había viajado a visitar a unos familiares y amigos que tenia en el pueblo donde nací. Cada mañana me levantaba temprano para orar y tratar de saber qué estaba haciendo el Señor en aquella provincia amada. El Señor había puesto una carga muy concreta, por lo tanto me era muy fácil pasar tiempo con él orando por el tema. La visión quebrantó todo mi ser y ya nada podría ser igual. Regresé a Buenos Aires con un gran interrogante: ¿Que dirá mi esposa, mis compañeros en la obra, mi pastor? Para mí era sumamente importante que ellos, sin haber visto la visión, compartieran el llamado.
Sinceramente no recuerdo todo. Julia, mi esposa, aceptó el llamado. Mis hijos, Mónica y Damián, eran pequeños de seis y tres años. No recuerdo oposición de mis compañeros, y mi pastor, Keith Bentson, al comentarle por carta -ya que por varios meses se había ausentado del país- me contestó con total sencillez: "Si al regresar, no te encuentro en Buenos Aires, ¡te visitaré en La Pampa!"
El tercer paso
lo concretamos en abril de 1974. Nos mudamos a Santa Rosa, provincia de La Pampa.
Han pasado veintiocho años y mucha agua ha pasado bajo el puente, pero
en todo el Señor ha sido fiel. Él ha cumplido con lo que me había
dicho
En estos días, como siempre, el Señor está llamando a su
iglesia a cumplir la GRAN COMISION. Todos y cada uno de nosotros debe estar
atento a los planes del Señor.
El contexto de la escritura mencionada nos muestra que fue Pablo quien eligió dónde ir. Pero es evidente que estaba junto a sus compañeros, muy atento a lo que el Espíritu les ordenaba.
El plan original lo vemos en Hechos 15.36, donde Pablo propone visitar las ciudades donde ya habían anunciado la Palabra, "...para ver cómo están". Yo diría que ese viaje pastoral terminó en un viaje misionero. Esto nos marca un modelo a seguir que no lo trataremos en esta nota, pero sí podemos ir pensando juntos acerca de esto en los próximos meses. Simplemente, "el pastoreo y la misión" son inseparables en los planes del Señor.
Dios te guíe
en este tiempo. Hasta pronto,
Osvaldo Cepeda.