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Guillermo Carey: El padre de las
misiones modernas.
Por Ricardo Demichelis
“ ¡Siéntese, joven. Cuando Dios
quiera convertir a los gentiles, El lo hará sin su ayuda, ni la mía"! fue la
respuesta que Guillermo Carey recibiera al presentar ante un grupo de
pastores, su punto de vista sobre la necesidad de evangelizar a los perdidos.
Éstos, como en muchos en aquel entonces, no aceptaban la idea de llevar el
evangelio a los paganos.
Pero el, no se quedaría sentado. Muy pronto movido por el fuego ardiendo en su
alma y respondiendo a una de sus principales características personales: la
persistencia, publicó en 1792, un libro titulado: “Estudio sobre la obligación
de los cristianos de usar medios para la conversión de los gentiles” donde
presentaba el asunto de llevar a Cristo a todas las naciones.
Ese mismo año, retó a un grupo de pastores durante una conferencia de la
Asociación Bautista diciéndoles: ¡“Esperen grandes cosas de Dios, intenten
grandes cosas para Dios”!
Al día siguiente, como resultado, se organizó la primera sociedad misionera en
la historia de la Iglesia de Cristo, y que se conoció como Sociedad Misionera
Bautista. ¡En el tablero de Dios, las piezas estaban en movimiento!
“La mies a la verdad es mucha, más los obreros pocos; por tanto rogad al Señor
de la mies que envíe obreros a la mies” Esta verdad resonaba en el corazón de
Guillermo. Tenía el convencimiento que este mandato tenía vigencia. Para él,
la mies era la India.
Era en ese país de Asia Central donde existían las religiones más complejas
cuyas creencias influían en todos los estratos sociales. Pero solamente el
mensaje de la Cruz, podía ofrecer el don de la salvación y la vida eterna.
Guillermo sabía que ir a la India, no era un esfuerzo evangelístico específico
y limitado, sino una carrera de por vida.
“¡No consentimos en que nos deje!” -afirmaban los hermanos y hermanas de la
Iglesia donde el pastoreaba. “¡No iré a la India!” rehusó terminantemente su
esposa. “¡No hay fondos necesarios!” “¡No están dadas las condiciones
políticas para ingresar a la India!”.
No obstante a todos los “no” , Carey estaba muy seguro que Dios le llamaba a
la India. Estaba seguro que el evangelizar era y es un mandato. Estaba seguro
que tenía un mensaje para proclamar.
Finalmente, con hermanos de acuerdo, con una familia unida al grupo misionero
y con fondos obtenidos, partió junto a otros, hacia India en 1793.
Nadie sabía cuantas veces Guillermo Carey experimentaría adversidades y
desánimos al llegar a India luego de cinco meses en el mar, pero nunca olvidó
el propósito que lo había llevado allí. El pasaba varias horas al día en la
traducción de la Biblia (al bengalí, y maratí entre otros), en la predicación
y en el establecimiento de escuelas.
Serampore, se convirtió en el centro de la actividad misionera bautista en la
India y un ejemplo de cooperación misionera. La obra de evangelización
progresaba con lentitud, pero cada paso dado y cada alma perdida que era
rescatada, era motivo de fiesta en los cielos.
A la par del intenso trabajo de evangelización y de traducción de las
Escrituras, se fundó la Universidad de Serampore para la preparación de
evangelistas y fundadores de iglesias autóctonos.Carey respetaba mucho la
cultura hindú. Nunca trató de imponer la cultura occidental. Su meta era
organizar una iglesia “autóctona”. Sin duda alguna, tenía muy en claro la
definición de cultura y lo que en esencia es: el modo según el cual las
personas organizan su mundo. Si él pretendía ser efectivo al comunicar las
Buenas Nuevas a los habitantes de la India, debía conocer su cultura. Hoy,
sabemos que el conocimiento de la gente y la cultura es un requisito esencial
de las misiones transculturales. ¡Guillermo Carey lo sabía ayer!
Finalmente, el 9 de Junio de 1834, a la edad de 73 años, Guillermo Carey
muere.
Aquel niño nacido en Inglaterra en una familia pobre y sencilla. Aquel
adolescente zapatero que a los 18 años de edad, predicó su primer sermón.
Aquel joven que leyendo la biografía de David Brainerd, misionero entre los
aborígenes de Norteamérica, vio la necesidad y urgencia de “ir a las naciones”
es recibido por el Señor de la mies, habiendo entregado su vida a la extensión
del Reino de Dios. El Reino que ofrece al hombre la bendición del gobierno de
Dios, y la libertad del poder del pecado y de Satanás.
Mientras que en el mundo se sucedían cambios: la Independencia de los Estados
Unidos, la intervención política y militar de Napoleón , la redistribución de
territorios europeos a partir del congreso de Viena, la Revolución Francesa,
la independencia de diferentes países de América latina; Guillermo estaba en
el lugar correcto. Nadie lo obligó. El único motivo de su entrega era su
profundo amor a Dios y hacia el mundo perdido.
Durante cuarenta y un años, fue ejemplo de santidad, de perseverancia, de
servicio y de sacrificio. Vivió esperando grandes cosas de Dios. Vivió
intentando y emprendiendo grandes cosas para Dios.