Por Daniel Verstraeten

El adorador y el arte

por Daniel Verstraeten

Dios "todo lo hizo hermoso". Dios hizo los colores, los astros, el azul profundo del firmamento, el río, las montañas, el mar y nuestras pampas.

Cuando diseñó el tabernáculo, aunque era feo de afuera, significó que lo hermoso finalmente debe ser lo de "adentro". El templo fue hermoso y todos los utensilios. Los instrumentos y el coro eran obra de artistas-artesanos.

La literatura bíblica es de suma belleza, los Salmos de incomparable sabiduría y formas literarias.
Cuando el hijo de Dios expresa su amor, adoración, admiración por su Señor y lo hace con excelencia, hermosura, originalidad, no esta haciendo nada mas ni nada menos que lo que hace Dios cuando hace las cosas.
Después de hacer todo con excelencia puede haber un grave problema: querer llevarse la gloria. Ese es el punto decisivo entre lo hermoso y lo que resulte de él. Dios no da la gloria a nadie. Toda la gloria es para Él.

Otro punto crucial: si hago algo hermoso para el Señor y eso resulta en bendición es legitimo estar contento. Si alguien me dice "Que bueno que fue lo que hiciste" no hay problema. Yo contesto ¡gloria a Dios! ¡Es para Él!
Como Dios "todo lo hizo hermoso" nosotros también debiéramos hacer así. Nuestro salón de cultos aunque humilde debiera ser limpio, arreglado, pintado, etc.

Nuestros músicos y cantantes debieran ser agradables a la vista, bien vestidos, llegando a tiempo, expresando con su semblante lo que dice lo que cantamos. ¡Todo hermoso!!!!

Si te podés comprar un instrumento de primera calidad ¡Aleluya! Si podés hacer un curso de perfeccionamiento ¡muy bien!

Armonicemos todo con el Creador que "todo lo hizo hermoso"